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2025-04-30T01:01:01Z

La mayor parte de los vecinos a los que se pregunta por la casa natal de Adolf Hitler y el estigma de su pueblo creen que es un problema que solucionará la historia por la vía del paso del tiempo que siempre acaba con ... todos los testigos. Sin embargo, ¿qué piensan los jóvenes de su pueblo, de su relación generacional con el 'Führer' de la memoria histórica? ABC se cuela en una clase de historia de alumnos de 17 años para conocer cómo viven el proceso.
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«La mayoría de la gente sabe que ahí solo le cambiaron los pañales y cosas así, y que en realidad no significa mucho que haya nacido en nuestro pueblo o en otro. Pero muchos piensan que todo empezó ahí o algo por el estilo aunque después, él se mudara a Alemania. La casa debería permanecer, ya que representa algo especial aunque no sea un recuerdo bueno». Habla Lilly, una de las alumnas. Todos sus compañeros repiten la respuesta sobre la memoria con matices tan mínimos y expresados en voz tan baja que señalan el mar de fondo político que se mueve bajo el suelo.
El profesor de Historia Otto Walter es uno en cuyas asignaturas se estudia el nazismo. Explica que reciben conocimientos con 14 años sobre cómo la juventud terminó uniéndose a un movimiento tan abyecto y vuelven con 17 a estudiar todo el proceso con más profundidad. En ese proceso, Walter encuentra claras «diferencias de género. Los chicos sienten más fascinación por lo marcial y lo militar aunque sea sin representar necesariamente la ideología. Les llama la atención cómo es posible que ascendiera Hitler». Ellas tienen, sin embargo, más en cuenta «el sufrimiento que trajo todo aquello».
Efecto péndulo
Para explicar estas divergencias en el encaje de la historia del nacionalsocialismo entre los alumnos, Walter alude a la influencia políticas de las familias. Un partido de ultraderecha que pesca votos en familias que han sido tradicionalmente de izquierdas. «Los hijos son más de derecha o ultraderecha como si actuara un péndulo». Para el profesor, las autoridades educativas pusieron la memoria histórica en primer plano y muchos alumnos «lo conciben como un exceso».
Tienen, según declara en una sala del Gymnasium -instituto público de Braunau con 500 alumnos- una «necesidad de superar la corrección política. Dicen cosas que provoquen a los padres. No es un problema grande», declara, aunque pese a que el 80% rechaza el racismo, el 20% «puede sentirse fascinado por el ideal de fuerza fascista. Solo un 3 o 4% son incondicionales». En un entorno en el que cualquier actividad nazi está penada con diez años de cárcel, Walter admite que a sus alumnos les interesa qué se puede decir y qué no».
Las estimaciones del profesor no son aleatorias y se corresponden con la realidad general del país. En su clase, celebran unas elecciones paralelas y los resultados coinciden con los generales. En Austria se vota desde los 16 años como pretende la izquierda española. Allí, la abstención en las capas más bajas es pequeña y generalmente votan opciones polarizadoras. El primer partido de esos jóvenes es el de la derecha radical.
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Thomas Fischer
Source of the news: ABC