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2025-04-30T00:56:44Z

Sentir ansiedad, estrés agudo, pensamientos catastrofistas y una extraña sensación de tristeza o de angustia son algunas de las consecuencias emocionales y psicológicas normales tras vivir un evento traumático como el apagón masivo del 28 de abril. Sin embargo, la clave para evitar ... anclarse en los efectos nocivos de esa tensión y recuperar la estabilidad emocional reside, como revela la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, fundadora de Psique Cambio (@psique.cambio), en validar lo que uno siente. «No hay que minimizar ni avergonzarse si uno se sintió desbordado, enfadado o vulnerable. Las emociones no se eligen: se comprenden y se regulan. Sentir miedo, frustración o angustia en una situación así no es de debilidad, es humanidad y una respuesta normal ante la incertidumbre», plantea.
En la misma línea se manifiesta la psicóloga Lara Ferreiro (@psicologa_laraferreiro), quien además invita a escucharse, vivir el presente y aceptar las emociones, pero siempre desde la calma, evitando el catastrofismo y la paranoia. «Hay que observar lo que uno ha sentido desde un diálogo en positivo. Se puede validar la emoción pero no anclarse en ella. Eso se puede lograr analizándola desde el presente y no vaticinando lo que pueda pasar en el futuro», plantea.
Otra recomendación en este sentido es la que hace la psicóloga Elsa García León, del equipo de Cepsim Psicólogos reside en evitar juzgar lo que es importante para cada persona y procurar empatizar con las emociones propias y ajenas. «Un atasco de más de dos horas, pese a no ser comparable con una retención de diez horas en un vagón de tren, ha podido ir acompañada de intensos sentimientos de angustia y miedo por no poder acudir, por ejemplo, a recoger a los hijos pequeños al colegio o que resulte imposible contactar a un familiar vulnerable que tal vez estaba aislado en su domicilio. Por tanto, evitar comparaciones en los padecimientos y empatizar lo máximo posible con todas las vivencias resulta fundamental para una adecuada resolución de las angustias de cada persona», argumenta.
Aportar calma a la mente
Cuando la rutina se ve interrumpida el cerebro suele agradecer el efecto que producen la repetición de pequeñas rutinas como comer a una hora concreta, descansar, ordenar un espacio, escribir lo que se está sintiendo, escuchar música que nos guste, pues, como explica Gil Bóveda, ese tipo de estructuras repetitivas ayudan a calmar el cerebro y aportan una sensación de control. Igualmente puede ser útil, como apunta Ferreiro, mantener una cierta flexibilidad inicial en los horarios, de modo que se pueda recuperar la normalidad sin obsesiones y con paciencia, siempre adaptándonos a las circunstancias.
Priorizar las conexiones humanas
Hablar con la familia, compartir las experiencias vividas durante el apagón, escuchar de forma comprensiva y compasiva a los otros cuando relatan su vivencia, mirar a los ojos, abrazar y comprender pueden contribuir a reducir la sensación de estrés y de ansiedad. «En el aislamiento emocional, la conexión humana es la luz más poderosa», asegura la fundadora de Psique Cambio.
Igualmente positivo puede resultar mantener un espíritu solidario desplegando una red de ayuda con vecinos y conocidos ya que, como asegura la experta de Cepsim Psicólogos, dar valor a las diferentes dificultades experimentadas por las personas de nuestro entorno (sin entrar en competición) y prestar auxilio emocional no solo beneficia a quien recibe un gesto amable de genuino interés, sino también a quien lo presta.
En este contexto resulta especialmente valioso, según asegura la psicóloga Lara Ferreiro, procurar rodearse de aquellas personas que nos aportan buen ánimo y energía. «El contacto físico es fundamental y puede ser muy valioso. Una fórmula para dar y recibir a poyo que suele ayudar más de lo que se cree es algo tan sencillo como darse un abrazo largo y sentido», aconseja.
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Malik Johnson
Source of the news: ABC